Para acceder a Google Drive, lo más cómodo es iniciar sesión en el correo electrónico primero, ya que es la herramienta que más utilizamos. Luego sólo tienes que usar el icono de aplicaciones en la esquina superior derecha y hacer clic en el icono Drive.
Desde el icono de aplicaciones, tienes acceso a todas las herramientas de Google.
Cuando entras en Drive, aterrizas directamente en Mi unidad.
Para los que venimos de Windows, Mi unidad es como el disco duro C de toda la vida, es como una carpeta gigante que contiene toda la información. Es tu punto de entrada a los datos de tu cuenta.
Google Drive actúa como un disco duro pero remoto, al que accedes desde tu navegador.
Si empiezas a usar Google Drive ahora, en tu unidad no verás nada, ni carpetas, ni archivos. Quizá veas algunos PDF sueltos. Te preguntarás ¿por qué están esos archivos ahí si no los has subido?
Eso ocurre porque al enviar correos electrónicos con archivos grandes en PDF, primero se guardan en Drive y luego se comparten, pero se quedan almacenados en tu cuenta. Es buena idea que revises esos PDFs y los elimines si no los necesitas para ahorrar espacio en tu cuenta.
En Mi unidad verás los archivos que hayas creado o subido a Drive, y también las carpetas que tengas para organizar tu espacio de trabajo.
Por cierto, ¿ya sabes crear carpetas, verdad? Como ejercicio sencillo, crea tres carpetas, “Clientes”, “Pedidos” y “Proveedores”. Es muy fácil hacerlo con el botón «Nuevo».
Puedes cambiar los colores en función de tu propio código.
Por ejemplo, podrías usar el color rojo para las carpetas con urgencias y el verde para marcar proyectos terminados.
En las cuentas gratuitas de Google, tienes 15GB de espacio disponible. Según vayas subiendo archivos, este espacio se reduce. Es buena idea revisar cuánto espacio te queda libre. Puedes hacerlo desde el apartado «Almacenamiento» en el panel lateral izquierdo. Borra los archivos que no necesites y trata de mantener el máximo espacio libre.